jueves, 22 de agosto de 2013

Sacco y Vanzetti Trabajadores Anarquistas Boston Massachussets 23 de Agosto de 1927

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Sacco y Vanzetti Trabajadores Anarquistas Boston Massachussets 23 de Agosto de 1927
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Anarquistas Sacco y Vanzetti 23 de agosto de 1927,Massachusetts,Sacco y Vanzetti,Boston, Massachussets, Nicola Sacco y Bartolomeo Venzetti, http://www.facebook.com/pages/Anarquistas/378066755607147 Sacco y Vanzetti Trabajadores Anarquistas Boston Massachussets 23 de Agosto de 1929 http://vimeo.com/71220205 El asesinato judicial de los anarquistas de Chicago tuvo lugar hace muchos años, en 1887. Ha transcurrido considerable tiempo desde el caso Mooney-Billings, en 1916-1917. Este último, además, ocurrió lejos, en la costa del Pacífico, en una época de historia bélica. Una injusticia de esa categoría, diarias tal vez, podría tener lugar sólo en aquellos días, pero con dificultad se repetiría actualmente. Cambiemos entonces la escena hasta nuestros días, hasta el mismo corazón de América, la orgullosa sede de la cultura, hasta Boston, Massachussets. Basta mencionar a Boston para evocar la imagen de dos proletarios, Nicola Sacco y Bartolomeo Venzetti, uno un zapatero pobre, el otro un vendedor ambulante de pescado, cuyos nombres actualmente son conocidos y honrados en todo país civilizado del mundo. Mártires de la humanidad, si es que hubo alguno. Dos hombres que entregaron sus vidas por su dedicación a la humanidad, por su lealtad para con el ideal de una clase obrera emancipada y liberada. Dos hombres inocentes que sufrieron con valor la tortura durante siete largos años y que sufrieron una muerte terrible con una serenidad de espíritu raramente igualada por los mayores mártires de todos los tiempos. Sacco y Vanzetti eran peligrosos a los intereses del capital. Estos hombres expresaban el descontento de los obreros con su condición de servidumbre. Expresaban conscientemente lo que los obreros en la mayor parte de los casos sienten inconscientemente. Es por ser hombres con conciencia de clase, anarquistas, por lo que eran una mayor amenaza a la seguridad del capitalismo que si hubieran sido todo un ejército de huelguistas no conscientes de los objetivos reales de la lucha de clase. Los amos saben que cuando te pones en huelga, tú pides solamente mayor paga o menos horas de trabajo. Pero la lucha con conciencia de clase del trabajo contra el capital es un asunto mucho más serio; significa la abolición completa del sistema asalariado y la liberación del trabajo de la dominación del capital. Puedes entender fácilmente entonces por qué los amos vieron un peligro mayor en tales hombres como Sacco y Vanzetti que en la huelga más grande por la mera mejora de las condiciones dentro del capitalismo. Sacco y Vanzetti amenazaban la estructura completa del capitalismo del gobierno. No esos dos pobres proletarios como individuos. No; más bien lo que esos dos hombres representaban: el espíritu de la rebelión consciente contra las condiciones existentes de explotación y opresión. En ese espíritu lo que el capital y el gobierno quisieron matar en las personas de esos hombres. Matar ese espíritu y el movimiento de la emancipación del trabajo infundiendo terror en los corazones de los que pudieran pensar y sentir como Sacco y Vanzetti hacer un escarmiento con esos dos hombres que intimidara a los obreros y los mantuviera lejos del movimiento proletario. Esta es la razón por la que ni los tribunales ni el gobierno de Massachussets pudieron ser inducidos a que se le diera un nuevo juicio a Sacco y Vanzetti. Había el peligro de que fueran absueltos en la atmósfera de un sentido público creciente de justicia; existía el temor de que apareciera a la luz el complot para asesinarlos. Por eso los jueces de la Corte suprema federal rehusaron oír el caso, lo mismo que los jueces de la Corte suprema del Estado de Massachussets rehusaron un nuevo juicio a pesar de importantes evidencias nuevas. Por esa razón el Presidente de los Estados Unidos intercedió en el asunto, aunque hacer eso era no menos su deber moral que su deber legal. Su deber moral en interés de la justicia; su obligación, porque como presidente había jurado mantener la Constitución que garantiza a cada uno un juicio honrado, que no tuvieron Sacco y Vanzetti. El presidente Coolidge tenía precedentes suficientes para interceder en favor de la justicia, especialmente el ejemplo de Woodrow Wilson en el caso de Mooney. Pero Coolidge no tenía el coraje para hacer eso, al ser un completo lacayo de los grandes intereses. No hay duda de que el caso Sacco y Vanzetti fue considerado incluso de mayor importancia y con mayor significado de clase que el de Mooney. De cualquier forma, tanto en capital como el gobierno estaban de acuerdo en su resolución de sostener los tribunales de Massachussets a toda costa y de sacrificar a Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti. Los amos estaban decididos a sostener la leyenda de «la justicia en los tribunales», porque todo su poder descansa en la creencia popular en esa justicia. No es que los jueces pretendan la infalibilidad. Si fuera esa la actitud, no habría apelación alguna frente a la decisión de un juez, no habría tribunales superiores ni tribunales supremos. Se admite la falibilidad de la justicia, pero el hecho de que los tribunales y todas las instituciones gubernamentales sirvan tan sólo para sostener el dominio de los amos sobre sus esclavos asalariados y que su justicia no es sino justicia de clase, eso no podía ser admitido ni siquiera un instante. Pues si el pueblo descubriera eso, el capitalismo y el gobierno estarían condenados. Esta es exactamente la razón por la que el caso de Sacco y Vanzetti no se podía permitir una revisión imparcial, ni se les podía dar un nuevo juicio, pues un procedimiento así habría mostrado los motivos y los objetivos de su enjuiciamiento. ... http://jjllsudeste-cultura.nixiweb.com/wp-content/uploads/2012/04/Abc-del-comunismo-libertario.-Alexander-Berkman.pdf

El asesinato judicial de los anarquistas de Chicago tuvo lugar hace muchos años, en 1887.  Ha transcurrido considerable tiempo desde el caso Mooney-Billings, en 1916-1917.  Este último, además, ocurrió lejos, en la costa del Pacífico, en una época de historia bélica. Una injusticia de esa categoría, diarias tal vez, podría tener lugar sólo en aquellos días, pero con dificultad se repetiría actualmente. Cambiemos entonces la escena hasta nuestros días, hasta el mismo corazón de América, la orgullosa sede de la cultura, hasta Boston, Massachussets.

Basta mencionar a Boston para evocar la imagen de dos proletarios, Nicola Sacco y Bartolomeo Venzetti, uno un zapatero pobre, el otro un vendedor ambulante de pescado, cuyos nombres actualmente son conocidos y honrados en todo país civilizado del mundo.

Mártires de la humanidad, si es que hubo alguno. Dos hombres que entregaron sus vidas por su dedicación a la humanidad, por su lealtad para con el ideal de una clase obrera emancipada y liberada. Dos hombres inocentes que sufrieron con valor la tortura durante siete largos años y que sufrieron una muerte terrible con una serenidad de espíritu raramente igualada por los mayores mártires de todos los tiempos.


Sacco y Vanzetti eran peligrosos a los intereses del capital. Estos hombres expresaban el descontento de los obreros con su condición de servidumbre. Expresaban conscientemente lo que los obreros en la mayor parte de los casos sienten inconscientemente. Es por ser hombres con conciencia de clase, anarquistas, por lo que eran una mayor amenaza a la seguridad del capitalismo que si hubieran sido todo un ejército de huelguistas no conscientes de los objetivos reales de la lucha de clase. Los amos saben que cuando te pones en huelga, tú pides solamente mayor paga o menos horas de trabajo. Pero la lucha con conciencia de clase del trabajo contra el capital es un asunto mucho más serio; significa la abolición completa del sistema asalariado y la liberación del trabajo de la dominación del capital. Puedes entender fácilmente entonces por qué los amos vieron un peligro mayor en tales hombres como Sacco y Vanzetti que en la huelga más grande por la mera mejora de las condiciones dentro del capitalismo.

Sacco y Vanzetti amenazaban la estructura completa del capitalismo del gobierno. No esos dos pobres proletarios como individuos. No; más bien lo que esos dos hombres representaban: el espíritu de la rebelión consciente contra las condiciones existentes de explotación y opresión.

En ese espíritu lo que el capital y el gobierno quisieron matar en las personas de esos hombres. Matar ese espíritu y el movimiento de la emancipación del trabajo infundiendo terror en los corazones de los que pudieran pensar y sentir como Sacco y Vanzetti hacer un escarmiento con esos dos hombres que intimidara a los obreros y los mantuviera lejos del movimiento proletario.

Esta es la razón por la que ni los tribunales ni el gobierno de Massachussets pudieron ser inducidos a que se le diera un nuevo juicio a Sacco y Vanzetti. Había el peligro de que fueran absueltos en la atmósfera de un sentido público creciente de justicia; existía el temor de que apareciera a la luz el complot para asesinarlos.
Por eso los jueces de la Corte suprema federal rehusaron oír el caso, lo mismo que los jueces de la Corte suprema del Estado de Massachussets rehusaron un nuevo juicio a pesar de importantes evidencias nuevas. Por esa razón el Presidente de los Estados Unidos intercedió en el asunto, aunque hacer eso era no menos su deber moral que su deber legal. Su deber moral en interés de la justicia; su obligación, porque como presidente había jurado mantener la Constitución que garantiza a cada uno un juicio honrado, que no tuvieron Sacco y Vanzetti.

El presidente Coolidge tenía precedentes suficientes para interceder en favor de la justicia, especialmente el ejemplo de Woodrow Wilson en el caso de Mooney. Pero Coolidge no tenía el coraje para hacer eso, al ser un completo lacayo de los grandes intereses. No hay duda de que el caso Sacco y Vanzetti fue considerado
incluso de mayor importancia y con mayor significado de clase que el de Mooney. De cualquier forma, tanto en capital como el gobierno estaban de acuerdo en su resolución de sostener los tribunales de Massachussets a toda costa y de sacrificar a Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti.


Los amos estaban decididos a sostener la leyenda de «la justicia en los tribunales», porque todo su poder descansa en la creencia popular en esa justicia. No es que los jueces pretendan la infalibilidad. Si fuera esa la actitud, no habría apelación alguna frente a la decisión de un juez, no habría tribunales superiores ni tribunales supremos. Se admite la falibilidad de la justicia, pero el hecho de que los tribunales y todas las instituciones gubernamentales sirvan tan sólo para sostener el dominio de los amos sobre sus esclavos asalariados y que su justicia no es sino justicia de clase, eso no podía ser admitido ni siquiera un instante. Pues si el pueblo descubriera eso, el capitalismo y el gobierno estarían condenados. Esta es exactamente la razón por la que el caso de Sacco y Vanzetti no se podía permitir una revisión imparcial, ni se les podía dar un nuevo juicio, pues un procedimiento así habría mostrado los motivos y los objetivos de su enjuiciamiento.

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