lunes, 26 de diciembre de 2011

Orientalismo, perdices mareadas o degradación ética/moral de la izquierda neoestalinista


Por Pablo Stefanoni

En Bolivia aprendí una expresión popular que me fue bastante útil en diferentes contextos, y posiblemente exista en otros lados, pero yo la escuché por primera vez en La Paz. “Marear la perdiz”, algo así como hacer perder intencionadamente el tiempo en rodeos o dilaciones que retrasen u obstaculicen la resolución de un problema o desvíen las cosas de lo que se está discutiendo. Ese parece ser el caso de una parte de la izquierda (la parte neoestalinista de nuestra gran “familia”) cuando se trata de afrontar algunas cuestiones relacionadas con los regímenes autoritarios o totalitarios que quedaron como incómodos recuerdos acerca de cómo la “utopía” socialista derivó en anti-utopías a menudo brutales, que terminaron por pervertir hasta límites insospechados los proyectos de emancipación e igualdad social.
Algunos vieron antes ese devenir. Por ejemplo Yevgeni Zamiatin captó aún en la “primavera leninista” (1921) lo que se avecinaba en la novela “Nosotros” (más tarde le mandó una dignísima carta a Stalin que por inescrutables razones lo dejó migrar a París). Otros captaron la pesadilla cuando ya estaba en marcha o ya había pasado como Orwell con “1984”. Pero unos pocos aún siguen sin querer ver la realidad y son maestros en esos “rodeos” para desviar la discusión a la hora de enfrentar la necesaria diferenciación de la izquierda emancipatoria de la neoestalinista en sentido amplio.

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